¿Qué
tipografía mesiánica nos erosiona tanto como el jeroglífico del
silencio? ¿Qué abecedario incompleto nos concede tanto como el gesto
vacilante del microondas? Hay cascadas insanas que pueden ver caer algo
más que amaneceres tóxicos, preludios del ántrax, figurines
desconocidos para polleras escocesas. Hay secuelas en la espalda que
pueden doler algo menos que un cross en la mandíbula, un rayo glandular,
un cadete enrojecido por la vergüenza del efecto propina. Hay calesitas
que pueden girar igual que un dedo, un planeta, una nena pop flasheada
por el humo protector. La prenda siempre fue la misma; tratar de abrir
la puerta con los ojos vendados.
Entré despacio.
Fabricio Simeoni
Entré despacio.
Fabricio Simeoni
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