jueves, 21 de marzo de 2013


3018, abril, dieciséis, lunes.                                                                                                                             

Los diarios anunciaban, como siempre, la revolución tecniológica, la llegada a Titán, la nueva moda de los implantes oculares, el debate en la ONU por la aprobación del acta Seis-Ocho-Cuatro para que los androides colonizen Australia. Miro por la ventana del piso ubicado en el nivel superior de la Torre Argentina. Alcanzo a ver la curvatura de la tierra, el reflujo radiactivo de las auroras australes, la Mancha Permanente sobre el Pacífico Sur, un destello intermitente cuando el sol ilumina la Torre Africa. Una sola cosa tengo en mente, uma sola cosa me arranca el pensamiento y una lágrima de acetona. El caso del inventor que inventa la máquina de la felicidad eterna y; cuando termina de construirla, se da cuenta que no tiene nada más para inventar, se deprime y se suicida. Jamás entenderé a los humanos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario