domingo, 5 de mayo de 2013

Florencia Moscato


Los perros y las tumbas


Este es un día de esos
donde todo el tiempo debo repasar
a conciencia, digo
renglón por renglón, leyendo
hasta la letra pequeña que nadie lee
esas razones por las cuales hoy comprendo
el por qué no estás  acá, y hasta puedo entender
por qué es mejor que no estés.
Por eso, cuando me miro,
y descubro que una parte de mí sigue ahí,
desobedeciendo mis conclusiones
tan empeñosamente trabajadas,
de una forma casi suicida, necia,
casi escalofriante, sin atender adioses,
siento que soy un poco como esos perros
que muertos sus dueños, se quedan junto a sus tumbas
esperando por retornos inútiles
(aunque dentro suyo lo sepan, eh).
Yo sé que en el fondo también los perros
sienten, sentimos,
que nada tiene sentido, pero a la vez
una parte de nosotros nos hará morir ahí,
apegados a lo frío y mustio de las cenizas
porque un por las dudas alcanza
para justificar lo que nos sigue atando a lo insano.

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