Caen los cerrojos
implacables del olvido tras los pasos que se alejan, lentamente. La figura
solitaria la mira alejarse, siente que el tiempo se detiene.
Hasta hace un
instante era la mitad de alguien que ha puesto la distancia necesaria entre el
espacio compartido y la nada.
La nada esa
niebla húmeda y fría que empieza a envolverlo con sus lazos transparentes.
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