Guillermo Atermo
deseaba lo eterno,
viajar al bosque con Pepe Copete,
el loro,
Juana Aldana, y Palito Chito,
que era un almohadoncito,
llevando alimento rico
y refugio contra todo.
Al llegar, Guilermo nota
que no había ni una gota,
que sus manos no estarían
limpias como él las quería.
Pepe Copete, feliz, volaba de verde en verde.
Su problema no era el sol,
sino las semillas.
De girasol.
Juana Aldana los consolaba,
los atendía,
les cocinaba.
Pero un día se enojó
porque el arroz se la quemó.
(Pero igual se lo comió.)
Palito Chito no hablaba,
temía que lo mojaran.
Pepe Copete se escapaba
de la carpa.
Lo asustaba ¡sin piedad!
tanta tanta inmensidad
Se peleaban sin cesar,
del principio hasta el final.
También jugaban bonito,
del comienzo
al infinito.
Felices todos volvieron
al lugar donde salieron.
Hasta acá llega la historia
de esta gente medio rara.
un chico, un loro, una almohada,
y la dama Juana Aldana.
Muy bello tu cuento y también la foto, Ana!
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